lunes, 31 de agosto de 2015

Finales difíciles y nuevos comienzos...despedidas sin explicación.

Las despedidas más difíciles de las parejas
Finales felices y nuevos comienzos  
Existen muchos tipos de finales en la vida, esos finales que nunca llegan, y otros finales que pueden repetirse; finales que traerán un nuevo comienzo o comienzos que ya tienen un final destinado, hay finales felices y a veces hay finales difíciles, hay también finales que llegan sin avisar, sin que te des cuenta, sin explicación, finales sin que te de tiempo para decir adiós. Este último pienso que es el más egoísta, y por consecuencia es el que duele más; es el final en donde el silencio se convierte en la última palabra y nuestra imaginación es la única con el poder de conocer una explicación.

Estamos acostumbrados a pensar que las mejores cosas llegan a nuestra vida por "casualidad", pero yo prefiero llamarlo por "causalidad", esas que llegan sin buscarlas. Las bienvenidas siempre son causales y rara vez les buscamos una explicación lógica, simplemente nos llegamos a conformar con creer que eso que estamos viviendo ha sido simple cosa del destino, o como siempre pensamos, "ha sido pura coincidencia". Pero cuando estamos viviendo la partida de alguien, justo en ese momento que llega la despedida, tenemos la necesidad de verla, escucharla y hasta sentirla para poder llegar a creerla, pero sobre todo, necesitamos entenderla y vivirla. Ahí es cuando llega la pregunta del millón, ¿por qué?, una de las preguntas más difíciles y ambiguas cuya respuesta buscamos sin parar, convirtiéndola en la única salida, incluso pasamos tanto tiempo pensando en esa respuesta, que creemos que encontrarla será el único camino que podemos tomar para poder seguir adelante, sin mirar atrás.

Hay personas que son capaces de matarte con sus silencios, te entierran sin epitafio, te dejan sin un adiós, ni siquiera te dejan un "lo siento, ya no podemos estar juntos" o un "no fuiste lo que esperaba", o simplemente un "esto ya no puede continuar". Pero, pienso que si hubo algo bonito y real, ¿por qué arruinarlo con un final tan absurdo, un final sin explicación?. Por qué terminar todo así, sin afrontar realidades, con lo fácil que es decir "me has hecho muy feliz, pero se acabo".

Es ley que todo principio tiene un final, y que es importante saber reconocer cuando llega el momento de terminar algo que claramente ya no esta aportando nada a tu vida, que ya has dado todo lo que podías dar y hasta más, que has aprendido más de lo que esperabas aprender y que poner un punto final es momento inevitable, pero lo que nadie merece es un final lleno de silencios, una despedida sin explicación. El hecho de una despedida sin explicar el "por qué" es una actitud que se fundamenta en el miedo, ya que generalmente las explicaciones en medio de un estado de desorden y confusión emocional no suelen ser positivas, además de que el que se va no quiere que lo detengan, y el adiós "maduro", termina convirtiéndose en el peor sentimiento de despedida. 

Dicen por ahí que hay preguntas que no tienen respuesta, y que a veces es mejor no preguntarlas, pero no, eso no es verdad, todas la tienen, pero la realidad es que no las queremos ver por que nos da miedo no ser capaces de dar vuelta a la página e irnos, o dejar ir a quien ya no quiere permanecer en nuestras vidas. 

El ego es otro personaje que logra hacer su entrada triunfal en la escena, siempre nos pide una respuesta, el querer controlar todo, el querer saber todo, el buscar el por qué pasó eso, el querer forzosamente una explicación, y es que para nadie es agradable sentirse abandonado así nada más.

Pero, y si nos preguntamos ¿qué puedo aprender de esto? Pues es justamente esto... que hay veces que las cosas pasan y tienen que pasar por algo, no necesitamos siempre saber por qué. Claro que duele, y un chingo!, pero solo con el tiempo te das cuenta de que si alguien no tuvo el valor de darnos un "¿por qué?", fue mejor que se fuera antes de incluirlo en más momentos de nuestra vida, en donde la falta de valor no tiene cabida. 

Desde mi punto de vista, aunque no hay adiós más triste que el que se calla, ese adiós en el que no puedes despedirte, ni se explica, ni lo entiendes, la verdad, es que pienso que el adiós más triste de todos es el que nos negamos a ver. Nunca será buen momento para decir adiós, pero siempre será necesario.

"Cuando decimos y aceptamos el adiós, cerramos una puerta para abrir otra que permitirá la entrada a otro mundo de cosas positivas en nuestras vidas."